Alexandre Vauthier es un diseñador de moda que nunca quiso ser diseñador. Este francés, comenzó estudiando Derecho en Burdeos, pero las mazas y las togas no terminaban de convencerle. Tras abandonar sus estudios, comenzó a trabajar en el taller de Thierry Mugler. Cuatro años después, cambió a Mugler por Jean-Paul Gaultier. “Siempre he mostrado una, digamos, sensibilidad artística, quizá porque mi madre pinta un montón. El caso es que yo sólo quería estar en el estudio de los diseñadores que me gustaban: Mugler, Gaultier, Lagerfeld… Me atrae la creación de una imagen, desarrollar un concepto. Es mi manera de expresarme, aunque podría hacer cualquier otra cosa: arquitectura, fotografía, cine… Pero ahora mismo estoy comprometido con la ropa, es lo que he elegido”.

Tras ocho años trabajando para Gaultier, en 2008 decidió crear su propia marca. “Decidí desafiarme: hacer una colección, sacarla a desfile, ver si funcionaba. ¿Que no? Pues adiós. No quiero ser famoso, no me interesa la celebridad, solo quiero ser feliz con lo que hago”, declaraba. Y funcionó.

La Cámara Sindical le invitó a entrar como parte de la Alta Costura parisina, todo un acontecimiento en los tiempos que corren, y entre sus incondicionales se encuentran mujeres tan poderosas y mediáticas como Rihanna, Madonna, Beyoncé, Rita Ora o Sophia Loren. “Soy muy curioso, me gusta ponerme en dificultades, aceptar retos, ir hacia delante, pero sin urgencias. Tengo un montón de trabajo por hacer. Y tiene que ser en el momento adecuado. La ropa es más cara que los accesorios, los zapatos y los perfumes, por eso todo el mundo se lanza a ellos, pero a mí es la ropa la que me da el dinero y estoy muy orgulloso”.

Sus creaciones, basadas en siluetas hipersexualizadas, reivindican el glamour, lo sofisticado y el sexy, un estilo que Vauthier justifica: “Lo que pasa con la costura es que aprendes a trabajar desde el respeto al cuerpo femenino. Empiezas armando la silueta por los hombros y desde ahí desarrollas las proporciones, buscando el corte preciso para la mujer, el equilibrio entre los hombros y la cintura”. Y añade: “Es lo que he mamado, pero no por eso me siento como si fuera el hijo de Thierry Mugler”.