Grandes Diseñadores VOL. XII Manolo Blahnik
En 1971 conocí a Diana Vreeland -entonces directora de Vogue-, aún recuerdo como íbamos vestidos; yo estaba ridículo, parecía un mantel de un restaurante francés, le enseñé mis dibujos y se quedó asombrada al ver tanta fantasía sin control. Me animó a seguir y desde entonces nunca he pensado que podía hacer otra cosa” cuenta Manolo Blahnik. Se podría pensar que por suerte para Carrie Bradshow -el popular personaje, adicto a los manolos, de la serie Sexo en Nueva York (Sex & the City) interpretado por Sarah Jessica Parker- y para el resto de la Humanidad. De padre checo y madre tinerfeña, este “técnico del calzado” como le gusta que le denominen, lo ha conseguido casi todo en estos treinta años de vida laboral.
Criado al amparo de una plantación de bananas, comenzó aprendiendo el oficio de zapatero en casa. Siendo un adolescente, sus padres le enviaron a estudiar a Suiza donde se graduó por la Universidad de Ginebra en Derecho Internacional y posteriormente en Literatura. Con sus títulos bajo el brazo, se trasladó a París para continuar con su formación, esta vez centrada en el mundo del arte, en la Escuela del Louvre y en la Escuela de Bellas Artes. Finalmente, y atraído por el exotismo de la ciudad, se instaló en Londres donde compaginaba su trabajo como dependiente con la escritura de artículos para el Vogue L’Uomo italiano.
Fue durante un viaje a Nueva York en compañía de su amiga Paloma Picasso donde conoció a Vreeland, la mujer que propició que Blanhik se dedicara de lleno al universo de los zapatos. Una vez fijado su objetivo, la persistencia del canario hizo que en relativo poco tiempo –en algo menos de una década- sus creaciones fueran reconocidas mundialmente. Su talento unido a la celebridad de algunas de sus más fieles seguidoras -entre las que se cuentan la propia Picasso, Bianca Jagger, Madonna e incluso la desaparecida Lady Di- pronto convirtió a los manolos en un auténtico símbolo de estatus y en un elemento imprescindible sobre la pasarela. Tanto es así que Blahnik ha diseñado el calzado para auténticos gigantes de la industria como Calvin Klein, John Galliano, Carolina Herrera, Oscar de la Renta, Christian Dior o Zac Posen.
El ángel de la moda, como lo denomina la directora de Vogue USA, Anna Wintour, afirma que los zapatos le han enseñado “a tener paciencia, a ser ordenado en mis pensamientos”. Y es probablemente su orden y su raciocinio el que hace que las creaciones de Blahnik sean algo atemporal y no un objeto perecedero, auténticas obras de arte.
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